África (mi sobrina) se vino a casa una tarde para elegir la historia. Tenía que ser corta porque en una hora eran varios papás y mamás los que participaban y así el público no se cansaría. Después de mirar, mirar y remirar todos los cuentos de casa, reducimos la elección a dos títulos: "Nicomedes" y "Chivos chivones". Ella los leyó varias veces y por fin nos decidimos: Contaríamos la historia de Olalla Sánchez "Chivos chivones".
En los días siguientes preparamos nuestra sesión de narradoras entre las dos y se nos ocurrió hacer unos títeres del
chivo chivón pequeño,
el chivo chivón mediano y
el chivo chivón grande
que iríamos mostrando a medida que estos personajes aparecieran en la historia.
Llegó el día tan esperado y estábamos un poco nerviosas, pero al llegar a la sala infantil de la Biblioteca me llevé una gran sorpresa muchos de mis niños y niñas de clase habían acudido con sus papás y mamás para acompañarnos y disfrutar de una divertida tarde de cuentos. ¡¡¡GRACIAS!!!. Me encantó estar rodeada de "mis niños y niñas".
Disfrutamos muchísimo.
Al acabar nuestra intervención, intentaba llegar al final de la sala cuando una niña me coge la mano y me dice:
- Toma , esto es para ti.
Le di las gracias y un fuerte beso, guardé el dibujo dentro del libro. Al llegar a casa y colocarlo en la biblioteca, se cae el papel al suelo. Lo recojo y fue entonces cuando me di cuenta del mensaje que la niña me había escrito: «Te doy un diez».
Supo encontrar la manera de decirme cuánto le había gustado nuestra historia. No la conozco ni sé cómo se llama, pero intentaré localizarla, simplemente, para decirle que ella también «tiene un diez».
Pienso que "los niños y niñas son el mejor de los termómetros para medir la calidad e idoneidad de las historias que se les cuentan o se les leen y también captan cuando las cosas se hacen con amor, pasión y dedicación. Son el público más espontáneo y agradecido, pero también el más sincero y exigente".
Al día siguiente, en la prensa local aparecían fotos de esta celebración tan especial.....